viernes, 3 de diciembre de 2010

DEL MITO AL LOGOS: PANORAMA GENERAL DE LA FILOSOFÍA EN LOS SIGLOS VI Y V a.C.


La filosofía aparece en Grecia, hacia el siglo VI a. C, concretamente en las colonias griegas de Asia Menor: Mileto, Éfeso, Calzómenas…. Fue una forma de pensamiento alternativa y original con respecto al mito. El mito constituía la manera tradicional de explicar los fenómenos naturales y el cosmos en general. Sus narraciones se centraban en la intervención caprichosa de los dioses y de hombres heroicos con características sobrehumanas. Pero en muchas polis griegas estas explicaciones se fueron revelando cada vez con más claridad como insuficientes, ya que la sociedad surgida en las polis jónicas comenzaba a enfrentarse a problemas que no eran capaces de solucionar con las viejas explicaciones míticas. Se trata de ciudades abiertas al mar, al comercio, al trasiego de gentes de diferentes procedencias, con una mentalidad mucho más liberal. Además, era ya importante la asimilación del alfabeto fenicio, la acuñación de la moneda y el hecho de que no existiese una casta sacerdotal que vigilase la heterodoxia religiosa. Todo ello propició un clima adecuado para que se desarrollaran discursos alternativos que perseguían desvelar cuestiones relativas al mundo físico. Buscaban la arché o principio o elemento fundamental, de que todo se compone y que determina las características y procesos a los que están sometidos todos los seres físicos.
Así, nos encontraremos con Tales de Mileto, quien estableció el agua como arché, dando la pauta de cómo debían explicarse a partir de entonces lo que en la Phycis ocurría: partiendo de aquello que podía observarse empíricamente.
Su estela fue seguida por Anaximandro, quien postuló el apeiron como arché y Anaxímenes, quien, intentando concretar más la propuesta de Anaximandro, habló del aire y de los procesos de rarefacción y condensación que este padecía para explicar la multiplicidad.
A estos fiósofos monistas, procedentes de Mileto, siguieron otros de polis diferentes.
Nos encotraremos con Heráclito de Éfeso, quien postuló el fuego, hizo especial hincapié en el devenir y en el orden al que éste se encuentra sometido, es decir, en el Logos.
Los pitagóricos, que tanto influyeron en Platón en su concepción del alma, apostaron por los números para explicar la armonía del cosmos.
Parménides de Elea cerrará el círculo de los filósofos monistas, explicitando con más radicalidad que ningún otro el grado de abstracción que este tipo de explicaciones comenzó a adoptar con Tales de Mileto. Hablará del ser, en tanto aquello que sólo puede ser conocido de forma puramente racional, y de sus lógicas características como lo que debe ser tenido exclusivamente por verdadero.
A partir de Parménides, los filósofos se esforzarán por respetar sus tesis irrefutables de la misma manera que por dar explicación del cambio y de la multiplicidad que se evidencian en la Physis.
Serán los filósofos pluralistas, encarnados en la figura de Empédocles, quien hablará de los cuatro elementos naturales y de las fuerzas de amor y odio para explicar el devenir y la pluralidad y Anaxágoras, con sus homeomerías, infinitamente pequeñas y su inteligencia ordenadora o Nous, que daba lugar a todo lo que se conoce. Por último, serán los atomistas, con Leucipo y Demócrito como máximos representantes, los que, postulando la existencia de átomos entre los que sólo existen diferencias cuantitativas y que se encuentran en un mecánico y perpetuo movimiento, los que, chocando por azar, provocan el mundo tal y como lo conocemos.

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