jueves, 9 de diciembre de 2010

COMPARACIÓN ARISTÓTELES-PLATÓN


Dado que Aristóteles elaboró las tesis más fundamentales de su filosofía en contestación a la filosofía de Platón, vamos a realizar la comparación entre estos dos autores. Aristóteles, discípulo de Platón y formado en la Academia, emprendió pronto su propio camino filosófico, opuesto, en muchos sentidos, al de Platón.
Desde el punto de vista ontológico, mientras que Platón divide la realidad en dos mundos, el de las esencias y el de lo sensible, concediendo pleno ser sólo al primero de ellos y sólo apariencia al segundo, Aristóteles fundó los dos mundos platónicos en uno solo, el sensible, la naturaleza, llena de sustancias formadas por materia y forma. La forma equivaldría a las esencias o ideas platónicas; la materia, al mundo sensible
En lo epistemológico, Platón defiende que el conocimiento sólo es accesible a través del despliegue dialéctico de la razón, que accederá al conocimiento de las ideas, en tanto que éstas se encuentran ya, de alguna manera, impresas en el alma del individuo. Aristóteles, en cambio, se ejercitará en un empirismo analítico, revalorizando la información que el conocimiento sensible pueda depararnos. Por otra parte, considera que el entendimiento es una página en blanco, en la que no hay nada escrito, por lo que no cree que el conocimiento se produzca como consecuencia de una reminiscencia acaecida en el alma, como un reencuentro con las ideas. .
Desde el punto de vista antropológico, ambos pensadores son dualistas. Pero, si bien para Platón, la unión cuerpo-alma es puramente accidental, y considera que el alma es inmortal, de la misma textura que las ideas y que al cuerpo es algo despreciable y fuente de todos los males, Aristóteles, de acuerdo con sus tesis físicas, postulará una unión sustancial entre ambas entidades. Entiende el alma como principio de vida, mortal e inseparable del cuerpo, dado que ella es la que define e identifica el cuerpo en el que se encuentra.
En el plano ético, Platón ahondará en el intelectualismo moral socrático y contemplará el conocimiento como camino de purificación del alma y de virtud. La virtud por excelencia será la justicia, que se alcanza con el dominio de las pasiones por la razón. Por su parte, Aristóteles, si bien no se aparta del intelectualismo moral, elabora un discurso ético más realista y ajustado a la naturaleza humana. En su opinión, dado que todo en la naturaleza tiende al cumplimiento de un fin, el hombre, con sus acciones perseguirá la felicidad. Y ésta sólo se alcanzará si se ejercita en la virtud. La virtud que, de manera indudable, le conducirá a su fin, será las denominadas dianoéticas, las propias del conocimiento científico; pero no sólo ellas propiciarán un hombre feliz. El acceso también se logrará a través del cultivo de la virtud ética, consistente en la elección del término medio que les es propio a cada uno. Se tratará de un ejercicio en el que el ciudadano deberá habituarse a forjar su carácter y esforzarse por atinar con la acción comedida, para intentar errar lo menos posible y no caer así en el vicio propio de los extremos
En lo político, Platón postulará una ciudad-estado ideal y utópica, en la que cada ciudadano debe ocupar el puesto en la sociedad que de acuerdo con la naturaleza de su alma le corresponda. Ello deparará una sociedad perfecta, justa, gobernada por quien realmente posea aptitud y conocimiento para ello, por quien conozca la idea de Justica y pueda así llevarla a cabo; una sociedad gobernada por los sabios, en la que no habrá lugar ni posibilidad a que se cometa injusticia alguna. Aristóteles, fiel a su analítica mentalidad, llevará a cabo un pormenorizado análisis de los diferentes gobiernos que están al frente de las polis griegas, con el fin de determinar todos los tipos de regímenes políticos posibles. A partir de ahí, se decantará por una polis comedida, en la que la voluntad de una clase media mayoritaria, que tenga presente siempre el bien común, guíe los destinos políticos de la polis. Producto de ese buen gobierno, encontraremos una polis en el que los ciudadanos se caractericen por ejercitarse en la virtud, por su compromiso político con la polis y por vivir una vida plena y feliz en el seno de la ciudad, en el que la amistad que reine entre sus habitantes sea una marca distintiva de la misma.
Para ambos autores, la ética se encuentra subordinada a la política y el bien individual al bien común, pero mientras que Platón añorará una polis justa y armónica, aunque ello suponga duros sacrificios personales los ciudadanos, propios de una sociedad totalitaria, Aristóteles desea una ciudad en la que el reino de la justicia se vea recompensado con una vida feliz

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