miércoles, 23 de marzo de 2011

COMPARACIÓN MARX-NIETZSCHE



Estos dos autores, junto a Freud, son considerados como los filósofos de la sospecha. A pesar de las grandes diferencias que las separan, las filosofías de Marx y Nietzsche se muestran críticos con la noción de sujeto, que había sido el punto de partida sobre el cual-partiendo del modelo del cogito cartesiano-se había elaborado la filosofía moderna.
Más allá de la noción básica de sujeto, proponen que elementos condicionantes, de carácter social, ideológico y moral, en el caso de Marx, y una moralidad recibida y engendrada a partir de un resentimiento contra la vida, según Nietzsche, son los auténticos factores que han determinado el devenir de la historia.
Marx tiene un punto de vista materialista, influido por la dialéctica de Hegel: todo es materia. Su concepción de la historia es llamada “materialismo histórico”: los cambios políticos y sociales se producen a partir de los cambios que se dan en la base material de la sociedad, en los modos de producción. Para Marx la historia es la historia de una contínua lucha de clases. En este aspecto Nietzsche está influido por Schopenhauer, ve el mundo como una voluntad de poder, como un equilibrio entre las fuerzas activas y reactivas. Nietzsche es un vitalista, y además cree que el arte es la clave para entender el mundo.Respecto a la Teoría del Conocimiento, Marx está influido por el positivismo (hasta el punto de llamar a lo que él hace “socialismo científico”) y por la dialéctica de Hegel en la que ve un motor de cambio y de transformación de la sociedad. Nietzsche critica al lenguaje y a las metáforas que se transforman en conceptos. Critica a la ciencia (mecanicismo y positivismo) porque solo establece relaciones cuantitativas, elimina las diferencias cualitativas y no penetra en lo que las cosas son. Cree que la mentira puede ser superior a la verdad si favorece a la vida, dice que los sentidos nos muestran la realidad y la razón nos engaña.Marx cree que la esencia del ser humano es el trabajo y sus relaciones con la naturaleza y con otros seres. Para Nietzsche el ser humano es un puente entre el animal y el superhombre. Lo principal, para Nietzsche, son los instintos, el cuerpo, lo irracional, lo dionisíaco.Marx cree que el mundo actual se rige por una moral burguesa, fruto de la estructura económica actual. Para él todos los productos culturales de una sociedad capitalista, solo son manifestaciones de una ideología unitaria capitalista. Para Marx las ideologías son las que hacen posible la alienación. Nietzsche cree que hay dos morales: de señores y de esclavos. Cree que los señores deben mandar y los esclavos obedecer. Dentro de la moral de esclavos distingue entre dos: marxismo y cristianismo. Critica estas morales, y a la cristiana la critica por sus valores decadentes y su transvaloración.Marx ve la política como la lucha de clases: burgueses y proletariado. Cree que llegará la revolución del socialismo científico, y todo acabará con la victoria final del comunismo. Nietzsche cree que la masa debe obedecer al gran hombre, al genio. En este punto son totalmente contrarios ambos autores.Ambos son ateos. Nietzsche habla de la muerte de Dios: él cree que Dios no hace falta en la sociedad actual, no sirve de nada al hombre. Nietzsche cree que la ausencia de valores al morir Dios, lleva al nihilismo, que puede ser pasivo o activo.
Respecto a la filosofía de la historia, Marx cree en el materialismo histórico y la explicación de la historia a partir de la economía. Nietzsche cree que la historia es una decadencia desde los griegos. Para él, el tiempo es circular y establece el “eterno retorno”.

EL MATERIALISMO HISTÓRICO



Desde sus primeros escritos, Marx se sitúa entre los materialistas de la izquierda hegeliana. Pero su materialismo es totalmente diferente y revolucionario, de acuerdo con la tesis XI que escribe en contra de la filosofía de Feuerbach, principal representante de esa corriente filosófica. “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”.
La vida humana se construye a través de las relaciones sociales. El ser humano es un producto de la naturaleza y de la sociedad, se va haciendo en la medida que va ejerciendo una actividad productiva. La única esencia o naturaleza humana, es en realidad, el conjunto de las relaciones sociales. El individuo no es más que una abstracción. La historia es la relación entre el ser humano y la naturaleza. El medio que pone en relación al hombre con la naturaleza y con los demás hombres, es el trabajo, es decir, la producción o transformación de la naturaleza en objetos técnicos que le sirven para comerciar y subsistir. La historia es sencillamente la creación del hombre a través del trabajo: cuando el ser humano transforma la naturaleza, aparece la historia y aparece él mismo como ser social. El trabajo constituye la esencia del hombre. Cuando empieza a producir sus medios de vida, es cuando se diferencia de los animales.
Esto no significa que la historia solo cuente el desarrollo de las fuerzas productivas, es decir el desarrollo de los modos o formas de producir que hacen evolucionar al hombre; lo que quiere decir Marx es que las fuerzas productivas son los hechos históricos básicos. Por tanto, la historia tiene un fundamento real en la infraestructura o economía, y no es una mera narración o exaltación de figuras históricas. Por esta razón el materialismo histórico, (interpretación dialéctica de la historia) y el materialismo dialéctico (interpretación dialéctica de la naturaleza), son las dos vertientes de la única visión científica de la naturaleza y del hombre.
En el Prólogo a la “Contribución a la Crítica de la Economía Política”, Marx realiza un recorrido histórico a través de las diferentes etapas en que, de acuerdo a las relaciones de producción habidas, se puede dividir la historia. Estas etapas son concebidas por Marx como “modos de producción”. En todo modo de producción se puede distinguir la estructura económica y la superestructura. La estructura económica está configurada por las relaciones de producción existentes en el seno de la misma. Estas relaciones de producción no son más que la relación de poder y de dominio de carácter sociolaboral existente entre el propietario de los medios de producción con aquél que se encuentra desposeído de estos medios y se debe ofrecer como fuerza de trabajo. Estas relaciones de producción, que son independientes de la voluntad de los hombres, están determinadas por el grado de desarrollo de las fuerzas productivas. En el seno de toda sociedad, las fuerzas productivas se caracterizan por su dinamismo y tendencia al progreso y al desarrollo. Pero para que este desarrollo sea pleno, efectivo y productivo precisan unas relaciones de producción que las potencien. Sin embargo, lo que ocurre suele ser lo contrario: siempre llega un momento en el que las fuerzas productivas se desarrollan hasta el punto de reivindicar unas nuevas relaciones de producción. Sólo que al estar éstas, como ya hemos dicho, basadas en el dominio y en el poder, tienden a permanecer inmutables y a perpetuarse en el tiempo. Ello conlleva una tensión social que sólo puede superarse por medio de una revolución. Esta revolución triunfará sólo si el grado de desarrollo de las fuerzas productivas es el adecuado para que la sociedad adquiera el convencimiento de que las relaciones de producción existentes son obsoletas y se produzca así una reivindicación social de unas nuevas relaciones de producción. Se producirá, según Marx, la transformación de la superestructura ideológica de la sociedad, es decir, aparecerán nuevos discursos de toda índole (político, legal, moral, religioso, artístico, etc), que tenderán a legitimar la instauración de un nuevo orden social y con unas nuevas relaciones de producción y con unas nuevas relaciones de dominio. Se pasaría así a un nuevo modo de producción, cuya evolución, tarde o temprano, acabaría mostrando la misma dinámica. De esta manera, Marx expone que se a lo largo de la historia se han producido cuatro modos de producción básico: el asiático, un modo de producción un tanto particular, ya que no había propiedad privada y, por tanto, no habría relaciones de producción ni división de clases ni cabría hablar propiamente de explotación, el antiguo, basado en la esclavitud como relación de producción, el medieval, basado en el feudalismo y el capitalista burgués, basado en el trabajo asalariado. En el paso de un modo de producción a otro se puede observar que la tensión en va en paulatino aumento, dado que el grado de explotación por parte de la clase propietaria de los medios de producción es cada vez mayor. Y ello resulta ya insoportable e insostenible en el modo de producción burgués, en el que se alcanzan cotas de injusticia social y de desigualdad desconocidas hasta entonces. Es por ello que Marx afirma que este modo de producción es el último fundado en la división de clases, ya que el grado de desarrollo de las fuerzas productivas, tendentes a concentrarse cada vez de manera más notoria en menos manos y su desmedido afán por producir capital le abocarán a crisis de superproducción y a intensificar el grado de explotación, lo que propiciará una tensión social de tal índole que culminará con una revolución proletaria, de carácter definitivo, que dará lugar al modo de producción comunista, en el que quedará abolida la propiedad privada, se disolverá la diferencia de clases, se superarán todos los enfrentamientos y tensiones y se adentrará, definitivamente en el camino de la ilustración, dejando atrás la “prehistoria” y comenzando entonces la auténtica historia de la humanidad.

LA ALIENACIÓN EN MARX


Es en los "Manuscritos económico-filosóficos" (1844) y en "La ideología alemana" (1845) donde se encuentran los principales análisis de la naturaleza de la alineación del ser humano.

El extrañamiento del sujeto en el proceso de su objetivación había sido ya estudiado por Hegel, pero será a raíz de la crítica de la noción de alineación mantenida por Feuerbach como irá perfilando Marx su propia interpretación de la naturaleza de la alineación en el ser humano.Feuerbach plantea el problema de la alineación en su obra "La esencia del cristianismo", en el contexto de la explicación del origen y naturaleza de la religión. El ser humano no es el producto de los dioses, sino más bien lo contrario, los dioses son el producto de los seres humanos: la religión es una invención de los seres humanos, el resultado de aplicar atributos trascendentes al mundo conocido, al mundo material y sensible, la duplicación trascendentente de este mundo terrenal. Una vez creado ese mundo trascendente de la religión, se produce una extraña inversión, por la que se intercambian los papeles del creador y de la criatura, que da lugar a la alineación religiosa. En el caso del cristianismo, pues, resulta que no es Dios quien crea al ser humano, sino el ser humano quien crea a Dios. Ahora bien, una vez creado Dios, los seres humanos no lo ven como su propia imagen, sino que lo conciben como algo superior, hasta el punto de invertir completamente la relación de semejanza, creyéndose ellos imagen de Dios, y terminando por someterse a él. Pues bien, es en ese sometimiento en donde se consuma la alineación, la enajenación del ser humano, en la medida en que supone la pérdida de sí mismo, la renuncia a su propia naturaleza en favor de la de un ser ajeno. De este modo el ser humano se convierte en algo extraño para sí mismo, en un ser alienado. El producto de su objetivación se le impone como la verdadera y única realidad, a la que debe someterse, viéndose obligado a vivir "para otro".Pero esta noción de alienación, que Feuerbach restringía al ámbito religioso, Marx la extenderá a todas las esferas de la actividad humana, empezando por la actividad esencial del ser humano: la producción de bienes para la satisfacción de sus necesidades. Producir es la actividad esencial de los humanos, lo que los distingue de otras especies animales. Producir significa transformar la Naturaleza, y al transformar la Naturaleza el ser humano expresa su rasgo esencial. No se limita a tomar de la Naturaleza, sino que deliberadamente busca modificarla. De ahí que el trabajo sea el concepto fundamental para entender al ser humano. El trabajo, como actividad productiva libre, es la actividad en la que el ser humano expresa su humanidad, su verdadera naturaleza. Todo lo producido de esta forma -un vestido, una estatua, una casa- es la esencia de la vida humana convertida en un objeto físico y, por tanto externo al productor. En la sociedad industrial, el trabajador no controla el producto de su trabajo. El producto en el que se objetiva su trabajo no le pertenece, convirtiéndose así en algo extraño, ajeno al trabajador: su actividad transformadora no le pertenece, no es considerada como suya, sino que deviene propiedad de "otro". "El objeto que el trabajo produce, su producto, se enfrenta a él como un extraño, como un poder independiente del productor... el trabajador se relaciona con el producto de su trabajo como con un objeto extraño", dice Marx en los "Manuscritos económico-filosóficos". Además, en la medida en que el producto se convierte en una mercancía, el trabajo objetivado en él es tratado también como mercancía, por lo que el mismo sujeto productor, cuya actividad se halla objetivada en la cosa, en el objeto producido, se ve sometido a un proceso de reificación, de cosificación, mediante el que el termina por ser considerado simplemente como cosa, como mercancía.El trabajo se convierte, pues, en una actividad alienada y alienante, cuando los seres humanos producen objetos sobre los cuales ya no ejercen ningún control, que no ponen de manifiesto su humanidad, ya que no resultan de su libre actividad, sino de una actividad que es "para otro", que ya no les pertenece porque le pertenece a quien haya pagado su salario, y de la que son despojados. De esta manera es el capitalista el que, con la apropiación del producto, se apropia de la actividad de los demás, resultando para ellos una actividad enajenada, alienada. Además, el objeto producido se vuelve contra su creador, puesto que sirve para enriquecer al capitalista y aumentar su poder sobre el proletario. De este modo la actividad productiva se convierte en una actividad realizada bajo "dominación, coerción y el yugo de otro hombre". Los seres humanos en vez de relacionarse entre sí cooperativamente lo hacen competitivamente. El amor y la confianza mutua se ven reemplazadas por el comercio y el intercambio de mercancías. Los seres humanos no reconocen en el otro una naturaleza humana común: ven a los otros como instrumentos para satisfacer sus intereses egoístas. La humanidad, bajo la explotación del trabajo asalariado, aparece escindida, separada en dos partes que no reconocen su común humanidad.Pero la alienación no sólo se da en el terreno de la actividad productiva, del trabajo. Además de la alienación económica, estructural y radical en la sociedad capitalista, derivan de ella otras formas de alienación, como la social, (a través de la división de la sociedad en clases), la política (con la división entre la "sociedad civil" y el "Estado") de las que, a su vez derivan otras formas de alienación ideológica, (como la religiosa y la filosófica) que buscan justificar la situación real de miseria para la mayoría y, al mismo tiempo, confundir y mistificar la realidad, creando una falsa conciencia de la misma.
La última fase de la alienación es, pues, la alienación ideológica. En ésta el trabajador cree que es legítima la apropiación de la plusvalía por parte del capitalista. El trabajador cree que, como el capitalista posee legítimamente los medios de producción (talleres, maquinaria, fábricas...), tiene una pretensión o un derecho fundado para apropiarse una parte de su trabajo, de una parte de su actividad, de una parte de su vida. A su vez, se considera legítima la posesión de los medios de producción porque deriva de una apropiación legítima de plusvalías en etapas anteriores, construyéndose un círculo vicioso en los procesos de legitimación de la explotación. La eficacia de la explotación capitalista descansa sobre la noción de legitimidad: presentarse ante las conciencias de los explotados como moralmente justificables.
La ideología es una forma de ver el mundo que satisface los intereses de los explotadores. La ideología es una falsa conciencia, una representación inadecuada de la realidad a fin de que los explotados consideren naturales y por tanto justificables e inevitables sus condiciones de vida: “siempre ha habido ricos”, “es natural que el amo se lleve una parte de la cosecha: es el dueño de la tierra, al fin y al cabo”, son expresiones que manifiestan la aceptación de la ideología dominante por parte de los dominados.
Esta alienación ideológica se manifiesta en todos los ámbitos que, según Marx, configurarán la superestructura ideológica de una sociedad: en el discurso político, en las leyes en vigor, en el discurso moral, en el artístico, etc.

CONTEXTO HISTÓRICO FILOSÓFICO DE MARX




Marx nace en Alemania, en 1818 y permanece allí hasta los 25 años. Alemania es un país que, desde el punto de vista industrial y liberal, va muy por detrás de Francia e Inglaterra, pero en el que se despliega un asombroso auge cultural (romanticismo) y filosófico (idealismo), en el que el propio Marx se va a formar.La problemática de su filosofía es producto de la confluencia de tres tradiciones culturales europeas: la filosofía alemana, el socialismo utópico francés y la economía inglesa.Marx siguió los pasos de la denominada izquierda hegeliana, cuyo máximo representante, Feuerbach, propone, frente al idealismo de Hegel, el materialismo y denuncia el discurso religioso como alienación fundamental del hombre.Paralelamente, las profundas injusticias sociales del sistema capitalista propiciaron los primeros movimientos obreros y las primeras propuestas políticas alternativas: el “socialismo utópico” o romántico de Owen, Fourier y Saint-Simón, de las que Marx no tardaría en desmarcarse, al no compartir que la solución se encontrase en el fundamento moral o ideológico y las tesis anarquistas de Proudhon.Con la aparición del capitalismo surgieron en Inglaterra los primeros científicos de la economía, denominada “economía política”, por ocuparse de las condiciones socio-políticas de la acumulación y distribución del capital. Se trata de las teorías de Adam Smith y David Ricardo, que pretendían perfeccionar, conociendo sus leyes, la propia sociedad capitalista.A partir de esta triple influencia, asimilada críticamente, Marx plantea la necesidad de que la filosofía no se limite a interpretar la realidad, sino que se dedique fundamentalmente a transformar el mundo, pues el problema de la verdad del conocimiento sólo se resuelve en la práctica. La filosofía quedará abolida en la teoría cuando se realice prácticamente.En ese sentido, al igual que Hegel, pretenderá conciliar ciertas escisiones de la historia occidental: teoría y práctica, individuo y sociedad, naturaleza e historia, ciencia y política.Esta última conciliación le llevará a presentar un modelo ideal de sociedad humanizada al que aspira y desde el que criticar la presente sociedad. Esta crítica responderá a unos criterios metodológicos y científicos, con el fin de que se de ellos se derive la conducta política adecuada.En definitiva, la obra de Marx se plantea como meta la unificación de la crítica filosófica, plasmada en su correspondiente teoría científica y de la que se siga su oportuna práctica política.

jueves, 3 de marzo de 2011

KANT:COMPARACIÓN



Comparación entre la teoría del conocimiento Kant y la teoría de la realidad de Descartes.

Entre Kant y Descartes, al tratarse de dos autores modernos, podremos encontrar tanto puntos en común, como temas en los que se distancian.
Nos encontramos ante dosl proyectos filosóficos con sentidos bien diferentes: en Descartes la razón es capaz de conocer parcelas de la realidad sin ningún tipo de limitación. El horizonte de lo real se expande en la filosofía de Descartes de la misma manera que se expande la razón. En Kant, por el contrario, lo real se reduce al objeto posible conocimiento: solo podemos hablar de lo real en la medida en que me lo permiten las propias limitaciones de mi razón. En resumen, vemos en los dos autores como la pregunta por la realidad parte previamente de la pregunta ¿Qué puedo conocer?.
Un primer punto en común es la primacía del sujeto de conocimiento en la
realidad. Para Descartes es el cogito, el yo pienso, el principio indubitable a partir del cual poder deducir toda la realidad, la única realidad de la que no puedo dudar una vez que he aplicado la duda metódica. Kant, de la misma manera, pone el sujeto de conocimiento como punto de partida de la reflexión filosófica en su giro copernicano: solo puedo saber qué puedo conocer sabiendo lo que el sujeto pone previamente en el conocimiento. Así, en los dos autores, el sujeto tiene primacía ontológica y epistemológica. La investigación de lo real parte del yo.
Kant y Descartes son dos filósofos idealistas, en la medida en que,
de la misma manera que para Kant sólo puedo conocer las cosas en tanto que fenómenos, para Descartes solo se pueden conocer las cosas en tanto que contenidos del pensamiento.
Pero, a diferencia de Descartes, una valoración positiva de la experiencia por
parte de Kant hace que para el filósofo alemán las entidades de las que habla la metafísica no puedan ser consideradas cosas reales, sino meras ideas. Si para Descartes la idea de substancia es innata y se refiere a algo real (Dios, cuerpos y almas), para Kant es sólo una categoría del entendimiento que tiene una funcionalidad a la hora de establecer determinados juicios sobre la realidad. Para Kant la categoría de substancia nos permite conocer, siempre y cuando sirva para unificar lo que proporciona la experiencia sensible. Es por lo tanto una categoría del entendimiento, y no algo realmente existente como pensaba Descartes.
Lo mismo ocurre con las ideas de Alma y Dios. Si para Descartes Alma y Dios
son sustancias realmente existentes de las que podemos tener conocimiento y que sirven para fundamentar toda la verdad, para Kant al contrario no son más que tres ideas de la razón que nos permiten pensar en la totalidad de lo que existe, pero que tomadas, en si mismas no nos proporcionan conocimiento de ningún tipo.
Así, Kant invalida las demostraciones de la existencia de Dios que sostenía Descartes, ya que de la mera idea de algo no puedo deducir automáticamente su existencia. Es más, la existencia no es tanto una propiedad de algo, sino una categoría que me permite pensar en algo.
Como consecuencia de lo anterior, los dos autores difieren al considerar qué tipo de conocimiento se refiere mejor al mundo. Mientras que para Descartes es la metafísica el punto de partida del discurso sobre la realidad, para Kant solo las matemáticas y la física nos proporcionan conocimiento válido sobre la realidad.
Así el papel de la filosofía es distinto en los dos pensadores. En Descartes se
plantea como un discurso sobre los fundamentos incondicionados de la realidad. En Kant, al contrario, es un disciplina que no nos dice de que modo es el mundo, sino cómo funciona una sola parte de él, nuestra propia razón. Así, la metafísica se convierte en teoría del conocimiento. Antes de saber qué hay tengo que saber que puedo conocer, ya que los limites de la razón serán los limites del mundo.

KANT Y LA ILUSTRACIÓN. EXPLICACIÓN DEL TEXTO



· El trabajo de Kant es la continuación de la obra de otros filósofos ilustrados, como Voltaire, Montesquieu (1689-1755), Diderot (1713-1784), Rousseau (1712-1778) y Adam Smith (1723-1790), etc. Para todos ellos, la ilustración era una tarea orientada a la mejora de la humanidad, redefiniendo el sistema de creencias quizás caracterizada por una orientación más pragmática que filosófica puesto que hacen claras alusiones acerca de la transformación material del mundo a base de la tecnología.· Kant vislumbra la ilustración como una salida de un estado de “inmadurez”, entendiéndose inmadurez como la situación en la que una persona acepta los dictados de la autoridad ajena y no usa su propia razón. Para Kant, ilustrarse significa estar libre de la influencia de la tradición y la autoridad religiosa y, en consecuencia, hacer uso de la propia razón. Para esto es necesario que uno aprenda a usar su propia inteligencia sin la ayuda de otras personas. La ilustración puede llevar al ser humano según Kant a mejorar su existencia, pero no será posible si no se ayuda con su propia razón. Por ello propone que para librarnos de aquello que impide nuestra ilustración debemos tener coraje y confianza que nos rescatará de la superstición y las creencias religiosas. Por ello nos recuerda el lema escrito por Horacio en sus epístolas “Sapere aude”, “Atrévete a pensar por ti mismo”, o “Atrévete a saber”. Este lema nos remite entonces al énfasis clásico en la reflexión crítica. Tan solo recordemos las palabras de Sócrates, “La vida que no es examinada no vale la pena vivirse”. El lema que cita Kant por ello es adecuado en su ensayo puesto que nos invita a la tarea de repensar en un contexto histórico, la perenne evolución de la comprensión y del auto-conocimiento.· Kant se nos presenta como un crítico del dogmatismo. Por dogmatismo se entiende una aceptación acrítica y obediencia a las tradiciones o a las creencias religiosas. La receta en contra del dogmatismo es el proceso de ilustración. La ilustración busca librarnos de las cadenas mentales que nos han impuestos nuestros tutores a través de los conocimientos y prácticas. Visualiza Kant el estado anterior a la ilustración como si fuera una etapa infantil de nuestras mentes. La ilustración es un proceso que nos libra de nuestro estado de “inmadurez” (no emancipado). Por inmadurez entiende aquí un estado de nuestra voluntad que acepta la autoridad de otra persona en vez de usar el razonamiento propio.· Pregunta Kant por que las personas no buscan la ilustración: ¿Cuáles son las causas de la lentitud en el proceso de ilustración? Señala que son dos los males que actúan en contra del proceso: la cobardía y la pereza. Debemos entender que esos factores son algunos de otros que Kant dejó de mencionar. Por ejemplo puede ser que una persona se sienta cómoda y satisfecha con una aceptación de sus creencias religiosas. No siente la necesidad de cuestionarlas. O quizás una persona ha aprendido a respetar la voz de la autoridad y considera que es moralmente correcto tomar lo que dice la autoridad como un hecho dado. ¿Podríamos culpar a estas personas de pereza o cobardía? Parece que no. Podrían ser entonces otras razones más que explicaran la aceptación de la minoría de edad intelectual.· Más adelante señala Kant que la total libertad es un requisito para la posibilidad de la ilustración. Pero nos preguntaríamos, ¿libertad de qué o de quién o para quién? Parece ser que el tipo de libertad a la que se refiere Kant es la libertad intelectual. Es una libertad de pensar, opinar y creer sin que se le imponga a la persona ideas provenientes de autoridades o poderes religiosos, libros sagrados, y normas culturales sin crítica. Una libertad del control de censores y guardianes que pueden indicarnos lo que debemos ver, escuchar o leer, o peor aun, pensar. Sin embargo, Kant advierte que no es una libertad total puesto que también sostiene que las personas son responsables por lo que hacen señalando que los evasores de impuestos deben ser castigados.· Para explicar esta paradójica situación en la que, por un lado Kant exige tener el coraje de razonar por cuenta propia, y por otro, sugiere la obedecer al orden social y político establecido, introduce la distinción entre el uso privado y el uso público de la razón. El uso privado de la razón ocurre cuando uno actúa como una parte de la sociedad, eso es, cuando jugamos un rol en la sociedad y en nuestros trabajos: ser un profesor, ser un estudiante, ser un contribuyente tributario, ser un policía, ser una persona del clero. Llama a este rol, el de funcionario. En esos puestos, la persona se encuentra como un engranaje de una maquina y por lo tanto no debe razonar sino obedecer. Nos imaginamos que en el uso privado de la razón, Kant no sugiere una obediencia tonta y ciega a la obediencia, sino una adaptación de la razón a las circunstancias particulares. Pero, en todo caso, no hay un uso libre de la razón.· El uso público por otro lado es el ejercicio de la razón sin limitación. Este ejercicio esta dirigido a la esfera de los asuntos públicos, por medios como la publicación. Kant propone varios ejemplos: el soldado que cumple órdenes en la esfera privada, pero critica asuntos militares en la esfera pública; el contribuyente que debe pagar sus impuestos (esfera privada) pero puede (y debe) criticar si así le conviene a la razón, hacer observaciones críticas sobre el mal uso de los impuestos. Hay situaciones más conflictivas aún que fue explorado por Kant. Es el ejemplo del miembro del clero religioso. Tiene un rol de funcionario cuando sirve a su iglesia o a su congregación, pero también tiene el rol público cuando tiene el deber intelectual de razonar autónomamente y expresar su opinión. De acuerdo a Kant, esta persona es responsable de enseñar y predicar a la congregación de acuerdo a las doctrinas de su particular religión. Pero como un estudioso, es enteramente libre, e inclusive constituye su deber exponer públicamente las inconsistencias y conceptos contradictorios que podría encontrar en las doctrinas de su iglesia.· El siglo XVIII no es aún una época ilustrada. La prueba se encuentra en el Despotismo Ilustrado, que Kant critica al final del texto. Se trata de un momento histórico en el que el proceso de la ilustración se va desenvolviendo. En este sentido, cabe aquí mencionar un texto complementario, “La idea de una historia universal en sentido cosmopolita”, de 1794 y en el cual Kant observa en el desarrollo histórico del ser humano una tendencia finalista natural que conduce al hombre al pleno desarrollo de sus facultades.· Esa tendencia se da igualmente en la humanidad hacia la paz y la libertad y conduce a una sociedad en la que exista, por un lado, la máxima libertad individual y por otro, la más rigurosa determinación y seguridad de los límites de tal libertad, a fin de que pueda coexistir con la libertad de los otros.· Esta sociedad no puede sostenerse si se limita a pequeños estados. Por ello, en otro de sus textos, “La paz perpetua” (1795) establece las condiciones que deben cumplirse para el advenimiento global de esta era ilustrada:o Adopción, por parte de todos los estados, de una constitución republicanao Federación de estados libreso Desarrollo de un derecho político universal· En la sociedad ilustrada, el cumplimiento de las normas jurídicas, al igual que en la moral, vendrá dado por convencimiento racional y no por coacción,· Con todo ello se conseguirá que la libertad, la igualdad ante la ley y la independencia de los ciudadanos y de los poderes del estado acaben imperando y consolidando un estado liberal y de derecho. Es como veía Kant que debían cumplirse los fines de la Revolución Francesa.

TEXTO: "RESPUESTA A LA PREGUNTA ¿QUÉ ES LA ILUSTRACIÓN?" 1784. I. KANT



Definición de Ilustración

Causas por las que el hombre no se ilustra

Dificultad de la tarea de la ilustración.

Recuerda a Platón en el mito de la caverna

La Ilustración es un proceso progresivo que requiere libertad

Libertad para razonar y exponerlo públicamente

Uso público y uso privado de la razón.

Ejemplos. Problema del clérigo

No es legítimo proclamar leyes o estatutos que entorpezcan el ejercicio público de la razón y el progreso hacia la Ilustración

Siglo XVIII: no es época ilustrada, pero sí de ilustración

La libertad religiosa es un síntoma de ilustraciónIlustración religiosa e Ilustración política

Alerta ante una falsa libertad: Despotismo ilustrado.

La tendencia a la libre pensamiento resulta imparable y conduce a la dignidad


CUESTIONES

Causas por las que el hombre no se ilustra
Uso público y uso privado de la razón

Explica en qué consiste la ilustración en un sentido religioso y en un sentido político

Que papel juega el término “libertad” en el texto

Intenta exponer en no más de cinco líneas una definición del término Ilustración

LA CRÍTICA DE LA RAZÓN PRÁCTICA Y LA ÉTICA EN KANT. CONCEPTO DE RAZÓN PRÁCTICA, LEY MORAL Y NOCIONES DE IMPERATIVO.

En la Crítica de la Razón Pura, Kant hizo un notable esfuerzo por explicar cómo y hasta dónde es posible el conocimiento de los hechos. Ahora bien, el hombre necesita también conocer cómo ha de obrar, cómo ha de ser su conducta: la razón posee también una función moral; se trata de responder a otra de las preguntas fundamentales que Kant se hizo en el origen de su filosofar: ¿qué debo hacer?
A esta pregunta responderá en su obra La Crítica de la Razón Práctica, en la que analizará el uso práctico de la razón con respecto a la conducta humana. Su fin será determinar cuáles deben ser los principios que han de guiar el obrar humano, para que éste se ajuste a razón y, consecuentemente, adquiera valor moral.
De la misma manera que en el análisis del uso teórico que de la razón realiza Kant en la Crítica de la Razón Pura, en el que se detendrá en la pormenorizada consideración de los juicios que configuran el discurso científico, en la Crítica de la Razón Práctica Kant observa que los discursos morales están configurados a base de imperativos. Será pues el análisis de los imperativos lo que llevará a cabo para tratar de averiguar los principios que el obrar humano debe seguir si aspira a adquirir valor moral.
Kant distinguirá entre imperativos hipotéticos, aquellos en los que una acción queda justificada en la medida en que nos acerca a la consecución de un fin, y los imperativos categóricos, en los que se impone una norma de conducta de modo absoluto, sin ningún tipo de condición.
Kant ofrece hasta tres formulaciones del imperativo categórico, siendo la más conocida aquella que dice “obra según la máxima que pueda hacerse a sí misma al propio tiempo ley universal”.
Por máxima moral Kant entiende el principio subjetivo de la acción, la motivación personal que nos empuja a ejecutar una acción. De lo que se trata, por tanto, en el imperativo formulado por Kant es de que este principio subjetivo se encuentre fundado de tal manera que pueda ser adoptado por cualquier ser racional, que pueda convertirse en principio objetivo, en ley moral con valor universal.
En la misma medida en que esta conversión sea posible, en la misma medida que nuestra máxima moral pueda tornarse en ley moral universal, podremos estar seguros de haber actuado conforme a razón y de una manera inequívocamente moral.
Así, Kant sienta las bases para desarrollar un discurso ético absolutamente racional y autónomo, puramente formal, en tanto que nunca se nos dirá qué debemos hacer, sino cómo debemos actuar, y con un carácter universal.
Se tratará de actuar por estricto respeto al deber, con un convencimiento pleno y total de que hemos obrado de acuerdo a los principios de la razón, alejándonos por completo de una actuación contraria al deber y no contentándonos con una simple acción conforme al deber. Kant defenderá que sólo en tanto que interioricemos la ley universal y la hagamos nuestra, en tanto que no podamos distinguir nuestra máxima de actuación de la ley moral universal, estaremos en condiciones de adquirir la dignidad humana que nos corresponde de acuerdo a nuestra naturaleza racional

POSTULADOS DE LA RAZÓN


La Crítica de la Razón Pura había puesto de manifiesto la imposibilidad de la Metafísica como ciencia, es decir, como conocimiento objetivo acerca del mundo, en su totalidad, acerca del alma y acerca de Dios. Ahora bien, Kant no llegó a negar ni la inmortalidad del alma ni la existencia de Dios. Para el pensador alemán, el lugar adecuado en que ha de plantearse el tema de dios y del alma no se halla en la razón teórica, sino en la razón práctica.
La libertad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios son, según Kant, postulados de la Razón Práctica. El término “postulado”, que Kant adopta de las matemáticas, ha de entenderse aquí en su sentido estricto, como algo que no es demostrable, pero que es supuesto necesariamente como condición de la moral misma.
La ética de Kant sienta las bases para desarrollar un discurso ético absolutamente racional y autónomo, puramente formal, en tanto que nunca se nos dirá qué debemos hacer, sino cómo debemos actuar, y con un carácter universal.
Se tratará de actuar por estricto respeto al deber, con un convencimiento pleno y total de que hemos obrado de acuerdo a los principios de la razón, alejándonos por completo de una actuación contraria al deber y no contentándonos con una simple acción conforme al deber.
Kant defenderá que sólo en tanto que interioricemos la ley universal y la hagamos nuestra, en tanto que no podamos distinguir nuestra máxima de actuación de la ley moral universal, estaremos en condiciones de adquirir la dignidad humana que nos corresponde de acuerdo a nuestra naturaleza racional.
Ahora bien, esta exigencia moral de obrar por respeto al deber supone la libertad, la posibilidad de obrar por respeto al mismo venciendo las inclinaciones, deseos, etc. También la inmortalidad del alma y la existencia de Dios son postulados de la moral, según Kant, si bien en estos dos casos su razonamiento es más complicado y ha sido objeto de diversas objeciones.
En cuanto a la inmortalidad, su razonamiento es el siguiente: la Razón nos ordena aspirar a la virtud, es decir, a la concordancia perfecta y total de nuestra voluntad con la ley moral; esta perfección es inalcanzable en una existencia limitada; su realización sólo tiene lugar en un proceso indefinido, infinito, que, por tanto, exige una duración ilimitada, es decir, la inmortalidad.
Por lo que se refiere a la existencia de Dios, Kant afirma que la disconformidad que encontramos en el mundo entre el ser y el deber-ser exige la existencia de Dios como realidad en quien el ser y el deber-ser se identifican y en quien se da una unión perfecta de virtud y felicidad.

LOS JUICIOS. EL ESPACIO Y EL TIEMPO. LAS CATEGORÍAS. LA CRÍTICA A LA METAFÍSICA TRADICIONAL

El planteamiento kantiano del problema del conocimiento tratará de desvelar cuáles son los principios desde los que es posible un conocimiento científico de la naturaleza y los límites dentro de los que es posible tal conocimiento. Esta tarea es llevada a cabo por Kant en su obra Crítica de la Razón Pura.
En la introducción a esta obra, queda claro que toda la doctrina kantiana del conocimiento se fundamenta en la distinción de dos facultades o fuente de conocimiento: la sensibilidad y el entendimiento.
La sensibilidad es pasiva, se limita a recibir impresiones provenientes del exterior; el entendimiento es activo, estructurado a base de ciertos conceptos e ideas, (el de sustancia, causa, necesidad, existencia…) sin derivarlos de la experiencia, pero sólo aplicables legítimamente al ámbito de la experiencia. A través de ellos, el entendimiento ordenará y unificará los objetos de la experiencia, llegando así a obtener un conocimiento racional de los mismos.
Este planteamiento abocará a Kant a negarle validez científica al discurso metafísico. Kant entiende que conocer es juzgar. A partir de ahí, realizará un análisis de los diferentes tipos de juicios que pueden emitirse. Atendiendo a si aportan o no conocimiento, Kant distinguirá entre juicios analíticos, en los que el predicado se encuentra ya implícito en el sujeto y los sintéticos, en los que resulta imposible deducir el predicado del sujeto. Los primeros no aportan conocimientos nuevos, emitir el juicio contrario resulta lógicamente imposible, pues se caería en contradicción y se formulan con una validez universal y necesaria.; los segundos sí que aumentan nuestro conocimiento, pero carecen de validez universal y necesariedad, pues siempre es lógicamente posible emitir el juicio contrario. Si atendemos a la forma en que un juicio es contrastado, para saber si es verdadero o falso, podremos distinguir entre juicios a priori y juicios a posteriori. En los primeros no es preciso recurrir a la experiencia para saber si son o no verdaderos. Basta con atender a su coherencia interna, a su lógica para llegar a una conclusión al respecto. Son formulados de manera totalmente independiente de la experiencia, nada afirman ni niegan respecto a ella, y poseerán, a lo sumo, una validez formal, de carácter universal y necesaria. En los segundos, la verdad se debe comprobar recurriendo a la experiencia. Por ello, resultan siempre contingentes, concretos y particulares, en tanto que su validez depende del caso que se trate.
Realizado este análisis, Kant advertirá que todo discurso científico que se precie, como por ejemplo las matemáticas o la física de Newton, está configurado por juicios sintéticos a priori. La cuestión ahora es obvia: ¿cómo son posibles tales juicios?
En el capítulo de la Estética trascendental, Kant explica que los juicios sintéticos a priori en las matemáticas son posibles porque giran en torno al espacio y al tiempo, que serán concebidos por Kant como intuiciones puras de la sensibilidad, bajo las cuales se produce el conocimiento sensible de los fenómenos, que no de la cosa en sí misma, del noúmeno, que no se puede saber, con certeza, si, en sí mismo, es espacial o temporal. Espacio y tiempo son intuiciones puras del entendimiento, con carácter trascendental, en tanto que condiciones que no proceden de la experiencia, pero que la posibilitan y en las que son registradas todas nuestras intuiciones sensibles.
En el capítulo de la Analítica trascendental, Kant explica que los juicios sintéticos a priori en la Física son posibles, porque giran en torno, por ejemplo, a la sustancialidad, la causalidad, la necesidad, conceptos todos producidos espontáneamente por el entendimiento, que, por tanto, no proceden de la experiencia, pero que posee un carácter trascendental, en tanto que condiciones que posibilitan la ordenación, unificación y el conocimiento racional de las intuiciones fenoménicas que en la sensibilidad se han registrado, dando lugar, así, al objeto de conocimiento, al fenómeno propiamente dicho. Estos conceptos del entendimiento, deducido de acuerdo a las diferentes síntesis que se pueden establecer, configurarán el sistema categorial kantiano, muy similar en esencia al de Aristóteles.
Se consuma así el "giro copernicano" epistemológico, ya que Kant concluirá que el sujeto de conocimiento construye, al aplicar a los datos de la sensibilidad las intuiciones puras de ésta y concebirlos de acuerdo a las categorías de conocimiento, el objeto de conocimiento, el fenómeno. No es ya el sujeto el que busca adaptarse al objeto para acceder a su conocimiento, sino que será el objeto el que sea posible conocerlo en virtud de las propias condiciones que el sujeto cognoscente impone. Ello permitirá a las ciencias empíoricas volver a emitir juicios con carácter universal y necesario, algo que, de acuerdo con las tesis empiristas, se encontraba descartado
En la Dialéctica trascendental, Kant determinará que no es posible la metafísica como ciencia, ya que sus objetos de conocimiento, Dios, Alma y Mundo, en tanto que cosa en sí, en tanto que noúmeno, no son objetos de la experiencia. Por ello, no pueden aplicarse con legitimidad, no pueden usarse los conceptos puros del entendimiento para tratar de acceder a un conocimiento racional de ellos. Si eso se produce se estará cometiendo un abuso de estas facultades cognoscitivas, dando lugar a los paralogismos, las antinomias de la razón, y, en definitiva, a un discurso pesudocientífico, con apariencia racional, pero totalmente ilegítimo. Dios, Mundo y Alma serán concebidas por Kant como ideas de la Razón que poseen un valor regulativo, en la medida que empujan al conocimiento humano hacia el conocimiento de lo incondicionado, hacia el conocimiento de principios y leyes cada vez más generales, como horizonte que nunca se alcanza.

LA CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA: LA CONCEPCIÓN KANTIANA DEL CONOCIMIENTO


El planteamiento kantiano del problema del conocimiento tratará de desvelar cuáles son los principios desde los que es posible un conocimiento científico de la naturaleza y los límites dentro de los que es posible tal conocimiento. Esta tarea es llevada a cabo por Kant en su obra Crítica de la Razón Pura.
En la introducción a esta obra, queda claro que toda la doctrina kantiana del conocimiento se fundamenta en la distinción de dos facultades o fuente de conocimiento: la sensibilidad y el entendimiento.
La sensibilidad es pasiva, se limita a recibir impresiones provenientes del exterior; el entendimiento es activo, estructurado a base de ciertos conceptos e ideas, (el de sustancia, causa, necesidad, existencia…) sin derivarlos de la experiencia, pero sólo aplicables legítimamente al ámbito de la experiencia. A través de ellos, el entendimiento ordenará y unificará los objetos de la experiencia, llegando así a obtener un conocimiento racional de los mismos.
Este planteamiento abocará a Kant a negarle validez científica al discurso metafísico. Kant entiende que conocer es juzgar. A partir de ahí, realizará un análisis de los diferentes tipos de juicios que pueden emitirse. Atendiendo a si aportan o no conocimiento, Kant distinguirá entre juicios analíticos, en los que el predicado se encuentra ya implícito en el sujeto y los sintéticos, en los que resulta imposible deducir el predicado del sujeto. Los primeros no aportan conocimientos nuevos, emitir el juicio contrario resulta lógicamente imposible, pues se caería en contradicción y se formulan con una validez universal y necesaria.; los segundos sí que aumentan nuestro conocimiento, pero carecen de validez universal y necesariedad, pues siempre es lógicamente posible emitir el juicio contrario . Si atendemos a la forma en que un juicio es contrastado, para saber si es verdadero o falso, podremos distinguir entre juicios a priori y juicios a posteriori. En los primeros no es preciso recurrir a la experiencia para saber si son o no verdaderos. Basta con atender a su coherencia interna, a su lógica para llegar a una conclusión al respecto. Son formulados de manera totalmente independiente de la experiencia, nada afrirman ni niegan respecto a ella, y poseerán, a lo sumo, una validez formal, de carácter universal y necesaria. En los segundos, la verdad se debe comprobar recurriendo a la experiencia. Por ello, resultan siempre contingentes, concretos y particulares, en tanto que su validez depende del caso que se trate.
Realizado este análisis, Kant advertirá que todo discurso científico que se precie, como por ejemplo las matemáticas o la física de Newton, está configurado por juicios sintéticos a priori. La cuestión ahora es obvia: ¿cómo son posibles tales juicios?
En el capítulo de la Estética trascendental, Kant explica que los juicios sintéticos a priori en las matemáticas son posibles porque giran en torno al espacio y al tiempo, que serán concebidos por Kant como intuiciones puras de la sensiblidad, bajo las cuales se produce el conocimiento sensible de los fenómenos, que no de la cosa en sí misma, del noúmeno, que no se puede saber, con certeza, si, en sí mismo, es espacial o temporal. Espacio y tiempo son intuiciones puras del entendimiento, con carácter trascendental, en tanto que condiciones que no proceden de la experiencia, pero que la posibilitan y en las que son registradas todas nuestras intuiciones sensibles.
En el capítulo de la Analítica trascendental, Kant explica que los juicios sintéticos a priori en la Física son posibles, porque giran en torno, por ejemplo, a la sustancialidad, la causalidad, la necesidad, conceptos todos producidos espontáneamente por el entendimiento, que, por tanto, no proceden de la experiencia, pero que posee un carácter trascendental, en tanto que condiciones que posibilitan la ordenación, unificación y el conocimiento racional de las intuiciones fenoménicas que en la sensibilidad se han registrado, dando lugar, así, al objeto de conocimiento, al fenómeno propiamente dicho. Estos conceptos del entendimiento, deducido de acuerdo a las diferentes síntesis que se pueden establecer, configurarán el sistema categorial kantiano, muy similar en esencia al de Aristóteles.
Se consuma así el "giro copernicano" epistemológico, ya que Kant concluirá que el sujeto de conocimiento construye, al aplicar a los datos de la sensibilidad las intuiciones puras de ésta y concebirlos de acuerdo a las categorías de conocimiento, el objeto de conocimiento, el fenómeno. No es ya el sujeto el que busca adaptarse al objeto para acceder a su conocimiento, sino que será el objeto el que sea posible conocerlo en virtud de las propias condiciones que el sujeto cognoscente impone. Ello permitirá a las ciencias empíoricas volver a emitir juicios con carácter universal y necesario, algo que, de acuerdo con las tesis empiristas, se encontraba descartado.
En la Dialéctica trascendental, Kant determinará que no es posible la metafísica como ciencia, ya que sus objetos de conocimiento, Dios, Alma y Mundo, en tanto que cosa en sí, en tanto que noúmeno, no son objetos de la experiencia. Por ello, no pueden aplicarse con legitimadad, no pueden usarse los conceptos puros del entendimiento para tratar de acceder a un conocimiento racional de ellos. Si eso se produce se estará cometiendo un abuso de estas facultades cognoscitivas, dando lugar a los paralogismos, las antinomias de la razón, y, en definitiva, a un discurso pesudocientífico, con apariencia racional, pero totalmente ilegítimo.
Dios, Mundo y Alma serán concebidas por Kant como ideas de la Razón que poseen un valor regulativo, en la medida que empujan al conocimiento humano hacia el conocimiento de lo incondicionado, hacia el conocimiento de principios y leyes cada vez más generales, como horizonte que nunca se alcanza.

LA ILUSTRACIÓN: CARACTERÍSTICAS GENERALES Y CONSECUENCIAS


Movimiento intelectual que adquiere un gran desarrollo durante el siglo XVIII, especialmente en Inglaterra, Francia y Alemania.
Se caracteriza por una confianza absoluta en que la razón puede resolver todos los problemas humanos, tanto los de índole político-social, como religiosa, así como la potenciación del progreso científico.
Sus antecedentes hay que buscarlos en el racionalismo del siglo XVII, aunque los ilustrados se mueven en una concepción empirista de la razón, al destacar la importancia de la experiencia como origen y límite de todo nuestro conocimiento.
Características más importantes de la razón ilustrada son:
Razón autónoma: suficiente por sí misma. No precisa ni debe recurrir a otras instancias, como la fe o la tradición. Hay que confiar plenamente en su capacidad propia, sin marcarle límites que no vengan dados por la misma razóno
Razón limitada: límites no externos ni ajenos, sino determinados de forma intrínseca por el funcionamiento de la propia razón. Se trata de conocer qué podemos aspirar a conocer con legitimidad. Son comunes a todos los hombreso
Razón crítica: crítica con todo aquello que coarte su libertad y su autonomía: los prejuicios, la tradición, la autoridad, la superstición y la idolatría; y crítica con toda pretensión de trascender los límites que de acuerdo a su naturaleza le constriñen
Razón analítica: referida siempre a la experiencia
Razón secular: separada de cualquier connotación religiosa, no debiendo satisfacer a creencia religiosa alguna, siendo ella misma su propio tribunal y potenciando así el pleno desarrollo de sus capacidades. No es por ello una razón atea. El problema de Dios deberá contemplarse desde un punto de vista racional·
En el terreno político, la Ilustración se enfrentan a las monarquías absolutas y, en el caso de Kant, al despotismo ilustrado·
En el aspecto religioso, la mayoría de los ilustrados defienden posturas deístas, es decir, creen que Dios ha creado el mundo, pero que una vez creado, no interviene en él. Para los deístas, Dios sólo puede ser conocido a través de la razón como causa natural del mundo.· Dado que todas las religiones tienden a coincidir en lo fundamental, los ilustrados defienden que a la base de todas las religiones existe una religión natural común a todos los hombres. º1
Al ser la Ilustración un movimiento que se desarrolló en diferentes países, ésta adquirió distintas modalidades, en función de la situación socio-histórica de cada país
En Inglaterra, con un clima político sosoegado, la ilustración tiene un carácter empirista y está interesada sobre todo en las ciencias de la naturaleza y en la religión. Locke, Newton y Hume serían los máximos representantes.
De Inglaterra se extendió a Francia, sumida en un clima prerrevolucionario. En consecuencia, los ilustrados franceses se centran en los temas relacionados con la acción humana: morales, políticos, legislativos, históricos, etc.· La monarquía francesa no había modificado las profundas desigualdades sociales, económicas y políticas sobre las que se había levantado el feudalismo. El lujo de la corte contrastaba con la miseria del pueblo, agravada por las guerras expansionistas en Europa. El monarca se consideraba rey por derecho divino y ejercía un poder absoluto sobre sus súbditos.· Pronto se produjeron enfrentamientos entre las clases privilegiadas, la nobleza y el clero, que integraban el primer y segundo estado, con la burguesía, que integraba, junto con los artesanos y campesinos el tercer estado.· Todo ello desembocó en la toma de la Bastilla y en la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano.· La Revolución Francesa asume las ideas ilustradas que trataban de crear un nuevo orden político fundamentado en la razón como principio universal que hace a los hombres libres e iguales, sustituyendo la legitimidad divina por la democráticas
Entre los principales ilustrados se encuentran:· Montesquieu, Voltaire, Rousseau o Diderot y D´Alambert, principales precursores de la “Enciclopedia o Diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios”. La finalidad de esta obra no responde sólo a facilitar información a sus lectores, sino a orientar su opinión a favor de una concepción racional contraria a los presupuestos religiosos y dogmáticos del orden social.
Este último autor, que puede ser ya considerado prerromántico, expresa su inclinación ilustrada en su obra “Emilio”, en la que establece que la educación del niño debe persiguir la formación de un hombre libre, para lo que se debe cultivar la moralidad a través del sentimiento hasta llegar al imperio de la razón.
LA Ilustración en Alemania se centra en el interés del análisis de la razón, como lugar donde han de enraizarse los principios que rijan la vida humana tanto por lo que respecta al conocimiento, como por lo que respecta a la actuación ética y política.

miércoles, 2 de marzo de 2011

CONTEXTO HISTÓRICO-FILOSÓFICO




Immanuel Kant nace en 1724, en Könisberg, la actual Kaliningrado, en Prusia Oriental. . En aquellos años reinaba Federico Guillermo I, el rey Sargento, padre del militarismo prusiano. Su lema era: “El alma es de Dios, todo lo demás me pertenece”.Durante este periodo, en el que se instaura el servicio militar obligatorio, se producen la repoblación de Prusia oriental, diezmada por epidemias, el desarrollo del comercio y la lucha contra el analfabetismo.La intolerancia ideológica rechaza el pietismo: el filósofo Wolf, maestro de Kant y de tendencia racionalista, fue expulsado de su cátedra por su inspiración pietista.En el ámbito político europeo hay que destacar el desgaste y declive del imperio español y la consolidación de Inglaterra y Francia como potencias. Europa central es una amalgama de nacionalidades que conviven hasta 1740 en una paz relativa.Coincidiendo con el reinado de Federico II el Grande, Prusia alcanza su época más gloriosa a través de dos guerras: la de sucesión de Austria y la de los siete Años.

Este monarca, a pesar de ser más conocido por su actuación militar, realizó una profunda modernización del Estado: reorganizó la administración de justicia, decretando la abolición de la tortura como primer acto de gobierno. La implantación de la igualdad ante la ley y la independencia judicial mediante la separación de poderes convierten a Prusia en un estado de derecho.

Federico II, amigo de Voltaire, escritor de libros de politología, protector de Johann Sebastian Bach, se inspiró en las ideas de la Ilustración para reformar el Estado, siguiendo la célebre consigna de “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.

La Ilustración alemana comparte con la francesa el método analítico y crítico, la fe en la razón y el rechazo del oscurantismo. Sin embargo, presenta algunos rasgos que la distinguen de la francesa: la fragmentación política en diferentes Estados, el protestantismo que favorece la libertad de conciencia, la pujanza de la cultura de las universidades y la influencia filosófica de Leibniz contribuyeron a que el pensamiento de los ilustrados alemanes no tuviese el carácter marcadamente político y revolucionario de los franceses. En Alemania el interés de la ilustración se centrará en el análisis de la razón, como lugar donde han de enraizarse los principios que rijan la vida humana tanto por lo que respecta al conocimiento, como por lo que respecta a la actuación ética y política.

La obra de Kant giró en torno a tres preguntas fudamentales: ¿qué puedo conocer?; ¿qué debo hacer? ¿qué puedo esperar? A la primera de ellas intentó responder en la Crítica de la Razón Pura. A la segunda dedicó la Crítica de la Razón Práctica. La tercera la trató en la Crítica del Juicio.

Sin embargo, el fragmeto que comentamos pertenece a un breve artículo, que tuvo un gran eco y una gran trascendencia: "Una respuesta a la pregunta ¿qué es la Ilustración?" Escrito en 1784 trata de explicitar y dejar constancia del extraordinario proceso en el que la sociedad europea se encuentra inmerso y que, a juicio de Kant, acabará idefectiblemente en el advenimiento de una sociedad plenamente ilustrada.

En el texto que se nos presenta...