jueves, 19 de mayo de 2011

LA FILOSOFÍA ANALÍTICA: TEMAS Y RERPESENTANTES PRINCIPALES

LA FILOSOFÍA ANALÍTICA: TEMAS Y REPRESENTANTES PRINCIPALES

ü El giro lingüístico de la filosofía

El paso del siglo XIX al XX representó una auténtica convulsión en el ámbito de las ciencias, y de modo especial en las ciencias físicas y matemáticas: la teoría cuántica, la teoría relativista, las geometrías no euclidianas… Por esta razón renace el interés por comprender y analizar las teorías científicas. Analizar las teorías científicas exige analizar los enunciados por medio de los cuales se expresan.
En consecuencia, el propio lenguaje pasa a ser tema central en la reflexión sobre la ciencia.
A pesar de las diferencias teóricas, los avances prácticos de la ciencia son
espectaculares. Por eso la ciencia se constituirá una vez más, tal como ya ocurrió a lo largo de los siglos XVII y XVIII, tanto en objeto de la crítica y los análisis como en referencia y modelo del saber.
KANT nos hizo tomar conciencia en el siglo XVIII de que aquello que llamamos
conocimiento del mundo es el conocimiento del mundo que se manifiesta a los humanos. El siglo XX se abre con la conciencia de que este mundo humano se manifiesta necesariamente de manera lingüística. En consecuencia, del mismo modo que KANT propugnaba la crítica de la razón humana, ahora se impondrá la necesidad de realizar una crítica del lenguaje. Para bien y para mal, sólo en el lenguaje se nos manifiesta el mundo como mundo humano. La discusión sobre sus posibilidades, sus límites y sus excesos centrará buena parte de la filosofía del siglo XX. Si en la modernidad es procedente hablar de un giro antropológico, lo que ahora se produce es el llamado giro lingüístico de la filosofía.

ü Temas y representantes principales
La filosofía analítica constituye un amplio movimiento filosófico, originado en Inglaterra a partir de la obra de G. E. Moore y Bertrand Russell (este último influido por los matemáticos, y a la vez lógicos Boole y Frege), que adquiere, además, un enorme auge en EE.UU. y Austria.
Aunque dentro de este movimiento se pueden distinguir varias corrientes
todas ellas tienen en común los siguientes rasgos:

1. Mantienen una actitud empirista: la experiencia ha de ser la fuente de todo nuestro conocimiento, por lo que dan una gran importancia a los criterios para poder determinar la verdad o falsedad de los enunciados científicos, por ejemplo a través del criterio de verificación. En consonancia con esta concepción empirista muchos filósofos analíticos, aunque no todos, rechazaron la metafísica porque consideraban que sus afirmaciones son
carentes de sentido.
2. La función principal de la filosofía, y según algunos la única, se centrará en el análisis filosófico, consistente en descomponer los problemas filosóficos en elementos más simples, operación que nos permitirá comprender mejor su sentido, o descubrir que en realidad no había problema. En esta tarea tendrá especial relevancia el análisis del lenguaje, ya que algunos problemas y dificultades tienen su origen en el mal uso del lenguaje o en su carácter equívoco y ambiguo. Por eso debemos a los filósofos analíticos un espíritu de cautela y claridad al hacer filosofía, espíritu que echamos en falta en
otros muchos filósofos.
3. Los filósofos analíticos consideran que la filosofía no es un saber con contenido propio, sino que es una actividad de segundo grado (no estudia la realidad, sino que analiza los saberes que sí que la estudian, por ejemplo, las ciencias) centrada casi exclusivamente en el análisis de problemas de tipo lógico o lingüístico. Trataron con especial profundidad los problemas de la Filosofía de la Ciencia, centrando su atención en el análisis de cuestiones metodológicas y en la fijación del criterio de significado que nos permite determinar si un enunciado teórico se refiere o no a hechos, y por lo tanto lo
podemos catalogar como científico o no. También hicieron sutiles análisis metaéticos sobre el significado y uso de los términos morales: bueno, justo, intencionado, involuntario…, sobre las peculiaridades del lenguaje religioso, etc.
Precisamente este tercer punto es el que permite distinguir, ya desde los inicios del movimiento analítico, dos corrientes diferenciadas: (1) Los que, a partir de Russell, tratan de encontrar las expresiones lingüísticas mínimas (algo así como átomos lingüísticos) para, a partir de ellas, construir un lenguaje perfecto que, al margen de las ambigüedades del lenguaje común, pueda ser usado con absoluta precisión en el tratamiento de problemas
científicos. A esta filosofía se la ha denominado a veces filosofía del lenguaje ideal. (2) Los que se dedican a descomponer el lenguaje común para eliminar las incorrecciones de su funcionamiento sin recurrir a su conversión en lenguaje lógico (supuestamente perfecto). A esta postura se la ha denominado filosofía del lenguaje corriente.
La filosofía del lenguaje ideal
Para esta corriente, originada en Russell, el análisis tiene como misión llevamos a distinguir los problemas reales de la ciencia de aquellos problemas (pseudoproblemas) que surgen debido al mal empleo del lenguaje (casi todos los problemas de tipo filosófico). El lenguaje común incurre inevitablemente en este tipo de pseudoproblemas, de ahí la necesidad de construir un lenguaje perfecto. Este lenguaje perfecto tiene que ser desarrollado por los procedimientos de la lógica, por lo que van a subordinar sus estudios a
esta disciplina. Para la constitución de tal lenguaje perfecto será necesario descomponer el lenguaje en sus elementos mínimos o simples (dando origen con ello al «atomismo lógico») que se han de corresponder con los hechos simples de la realidad. Dentro de esta corriente analítica que hemos denominado «filosofía de lenguaje ideal», pueden distinguirse, a su
vez, dos subcorrientes:
a) El atomismo lógico: desarrollado fundamentalmente por Russell y el
primer Wittgenstein.
b) El positivismo lógico (también llamado «neopositivismo», «neoempirismo» o «empirismo lógico»): centra su preocupación en despojar a la ciencia de todo vestigio metafísico y en analizar el tipo de relaciones que se establecen entre el «lenguaje» y los «hechos». Los representantes más destacados del positivismo lógico, Otto Neurath, Hans Hahn, Moritz Schlick, Carnap, pertenecen al grupo conocido como Círculo de Viena. También siguieron en gran medida las tesis del círculo Hempel y Quine.
La filosofía del lenguaje ordinario
Esta corriente, originada a partir de la obra de Moore, parte del lenguaje corriente. Éste ha de ser sometido a análisis pero no para sustituirlo por un lenguaje lógico perfecto, sino para ver dónde se hace un mal uso de las reglas del lenguaje. Algunos autores desarrollan la teoría de los juegos del lenguaje; esto es, dentro de una misma lengua se pueden dar diversos usos del lenguaje, con unas reglas propias cada uno. Y cada uno de estos usos sería
un juego. La filosofía tendrá por misión desentrañar (a través de un análisis) dónde se producen estos malos usos del lenguaje. Además de Moore pueden ser encuadrados en esta corriente el segundo Wittgenstein, Ryle, Strawson, Austin, etc.

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